PILAR ROCA. Diseñadora Gráfica e Ilustradora


Escribo este texto y me pregunto cuánto hace que no escribo acerca de mí misma. La verdad es que no lo sé, pero hace mucho. Se ve que la vida me invita en este momento a que hable de mí, ya que ha surgido esta entrevista y también una intervención que haré la semana que viene para la Universidad de Minnesota con sede aquí en Florencia, ciudad donde vivo.


Soy Pilar, una cordobesa afincada en Florencia desde hace casi 20 años. Mi idea era vivir fuera, pero nunca imaginé que me iría a quedar tanto tiempo en un mismo lugar. Italia me gusta pero prefiero España, sobre todo Andalucía, nuestra guasa y nuestra cañita bien fría, nuestras pequeñas cosas. Cuanto más pasa el tiempo más valoro esas cositas, sobre todo nuestra alegría. 

Mi madre y mi tía Adela me dicen que empecé a dibujar antes que a andar. Me parece que exageran, pero lo que sí que es cierto es que siempre me recuerdo dibujando, tirada en el suelo en el salón de mi casa de Córdoba, o en casa de mi abuela. Yo era una niña con mucho nervio y dibujar me calmaba; ese rato no existía nada más, era como una meditación para mí. 

Recuerdo también que cuando iba a algún sitio con mis padres en el coche iba dibujando con el dedo todo lo que veía. Para mí esto de dibujar ha sido siempre una manera de comunicar innata y necesaria, natural, diría que más que el lenguaje verbal. Siempre he pensado que las palabras son un intento limitado de definir lo que vemos, mucho más que las imágenes. Lo de la comunicación visual me ha interesado desde antes de saber realmente lo que era eso de hablar con imágenes.

Y luego bueno, los años de formación, Bachillerato artístico, Universidad de Bellas Artes en Sevilla, mucho dibujo, mucho alquiler de estudio con amigos donde pintábamos y bebíamos vino. Sevilla maravillosa, vibrante. Los años de la universidad los recuerdo como una explosión de vida. Me he divertido muchísimo (a veces demasiado) y he conocido a mucha gente con talento esa etapa de mi vida.

Lamentablemente luego ves que, con el tiempo, gente que tenía realmente cosas muy interesantes que decir no ha podido dedicarse al arte. Estamos en una sociedad (al menos la española, la andaluza que yo he vivido hasta que me marché) que no suele ayudar a los artistas, que no los valora como debería en mi opinión. El arte es necesario en todas sus formas, y quien realmente tiene la capacidad de transmitir con sus obras no debería de pasar penurias para poder crear. Pero las pasan y pasamos, y mucha de esa gente con duende artístico que he conocido en mi vida ahora trabaja en un banco, limpia casas o pone cafés (con todo mi respeto a esos trabajos).

Volviendo a mí, después de la carrera me vi en Barcelona sin saber muy bien qué hacer, algunas etapas en Madrid con mi hermana y luego de vuelta a Sevilla, donde hice un Master de un año en Diseño Gráfico, ya que el que enseñaban en la carrera en esos años era muy pero que muy limitado. Mientras que allí en la carrera lo de mejorar las habilidades en el dibujo fue genial para mí. Se dibujaba muchísimo, así que esa pasión mía desde siempre se afianzó mucho en esos cinco años.

Luego Italia, y tengo que decir que desde esa época (2006) he ido siempre compaginando el Diseño Gráfico con la ilustración. Nunca he dejado de ilustrar, aunque si que he tenido etapas en las que el diseño gráfico me ha ocupado mucho más tiempo (y también he pagado más facturas gracias a él). 

Después llega Nueva York, voy meses, voy y vengo con el visado de turista. Allí tuve una relación con un pianista que no terminó de cuajar, pero en esos tres años y pico de aviones y jet-lags descubrí una ciudad increíble, potente,  agresiva y arrolladora. Grandes museos, maravillosos conciertos, gente de todas partes, el mundo allí.

Luego de vuelta a Italia, y empiezo a dar clases en una Universidad privada de diseño, arte y fotografía en la que continuó hasta el día de hoy. A mis clases en la uni le agradezco muchas cosas, entre ellas el haberme creado el hábito de seguir estudiando (tienes que decir algo con sustancia. La primera vez que vi a mis estudiantes tomando apuntes tragué saliva y pensé que la cosa iba en serio). Agradezco también a mis clases el estar siempre relacionándome con gente joven, el haber mejorado mi inglés y el desarrollar más habilidades como la paciencia, o intentar explicar cosas complejas de manera sencilla. También a veces surgen temas o imágenes en clase que me inspirar para mi propio trabajo. 

Tengo aún muchas cosas que aprender, muchísimas, por ejemplo a hablar menos en clase y escuchar más. Los estudiantes tienen mucho que decir. Todo el mundo en general. Y el escucharse una misma cansa un poco, después de todo.

Y bueno, respecto a mis ilustraciones yo empecé como os decía en Bellas Artes, haciendo exposiciones en bares y luego en galerías, salas, colectivas con amigos, performances, un poco de todo, usando pinceles, lápices, haciendo grabado. Luego me he dedicado mucho al arte digital, ilustraciones hechas con Photoshop sobre todo. Tengo una tablet enorme y maravillosa en mi estudio con la que hago muchos de los trabajos que veis en este artículo.

Nunca he dejado las técnicas manuales, aunque a menudo las combino con las digitales.

La cosa es que, cuando empecé, las obras ilustradas que hacía eran para mí. Ahora la mayoría son para mis clientes; eso me satisface mucho pero tiene truco: tengo la suerte (por ahora) de que me gusta lo que hacen mis clientes, en general. Entonces es fácil para mi embellecerlo, encontrar ideas y dibujar acerca de ellos. Algunos de mis clientes son asociaciones feministas, musicales, una antigua  asociación italiana que organiza festivales de plantas y flores, compañías teatrales, circo sin animales en la Toscana, revistas culturales… Hablo de mis clientes de ilustración. En diseño gráfico mis clientes son alguna gran editorial, un par de clientes importantes en Estados Unidos, etc.

La cosa es que mi vida navega entre diseño gráfico, ilustración y clases en la universidad. Y por supuesto mis afectos, la gente que quiero, mis niños sobre todo, que son mi vida.

Cuando tengo una de esas tardes de finde en las que, o he acabado todo o no me da la gana de seguir trabajando un domingo, lo más intimo y bonito que puedo hacer a parte de estar con mis nenes o con la gente que quiero es coger los lápices y ponerme a dibujar. No sé muy bien aún como funciona esa parte del proceso creativo. Sé solo que es, como comentaba antes, una necesidad para muchos de nosotros. Luego vienen las reacciones de los demás, pero eso luego. Creo que todos deberíamos dibujar para nosotros mismos, y después compartirlo con el mundo. La obra así tiene más fuerza y verdad.

Autor

Scroll al inicio