Mares de Invierno

Te empeñaste en que escribiera, te empeñaste en que creara, te empeñaste en que rimara y, con ello, me amargaste el café de las tardes y la mediocridad de la tinta; pero, también, con tu empeño despertaste la magia de las ideas en el pensamiento, el olor a sal de las imágenes tangibles y mi pasión por el mar de invierno.

Por Esther Rebola

Autor

Scroll al inicio