Fotografía y textos: Esther Rebola

Y arreció la tormenta como solo arrecia cuando no la deseas y te cala hasta más allá del algodón y la paz.

Mañana no me funcionarán las manos así que hoy es el último día que puedo usar el ordenador, el último día que puedo escribir, el último día que puedo cocinar, el último día que puedo acariciar a mi hijo, el último día que puedo conducir y tocarme el pelo y secarme las lágrimas y hacer un pastel y tocar la arena y aplaudir y hacer fotografías… Hoy es el último día que puedo usar las manos y me doy cuenta de que no he acariciado bastante, no he escrito lo suficiente y no he hecho ningún pastel.

Hace tiempo, más físico que sentimental, paseaba por la ciudad de las aceras de adoquines blancos y de las tristes canciones cuando me perdí por las calles de los dulces acentos y los tranvías de madera. Y allí, al final de una estrecha calle, las piedras y las ventanas que el viento atravesaba se habían convertido en el lienzo del arte sin museos, del arte sin reglas… y en una esquina del lienzo un grito tan desgarrador como cierto MAIS AMOR POR FAVOR