Breves apuntes surrealistas

Ilustración y texto: Rafa Infantes
https://arcadin.blogspot.com

«No tiembles adefesio. 
Este verano las rosas son azules»

En este tono desafiante e inconformista, en un viaje que pudiera parecer más de locos que de artistas, André Bretón definió, a través de su primer manifiesto, lo que pretendía ser el surrealismo, «el rayo invisible que algún día nos permitirá superar a nuestros adversarios». Y en el convencimiento de que se trataba de una nueva forma de encarar la realidad, cogieron los aparejos con las que pergeñaban sus obras para alumbrar una nueva forma de entender el arte, pues pensaban que dos realidades aparentemente contradictorias, sueño y realidad, se fundirían en una realidad absoluta de superrealidad.

«El espíritu que se sumerge en el surrealismo revive con exaltación lo mejor de su infancia»

Los primeros surrealistas hundían sus raíces en viejos maestros y en las teorías sobre el subconsciente de Freud, y desde el automatismo y los sueños, asumieron como punto de partida la completa libertad de pensamiento y elaboraron artefactos cuya influencia se haría notar hasta nuestros días. Sus obras surgían de la libre asociación de ideas nunca concebida y escapaba al control absoluto de las reglas del estilo y el género.

«Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas»

Más tarde, el underground californiano de los 60 trajo consigo una vuelta de tuerca a la estética y se atrevió a llevar el arte a los bajos fondos de la cultura en lo que de una forma autoconsciente se posicionaba al margen de la oficialidad bajo el nombre de low brow art. La mezcla en una coctelera creativa del punk, el comix y toda la subcultura callejera produjo la fórmula de un brebaje colorido que se muestra en un movimiento inevitablemente pop, referencial y de una incorrección política manifiesta, es el llamado surrealismo pop, lo que demuestra que la herencia de aquella vanguardia de principios del siglo XX está más presente que nunca.

«Vivir y dejar de vivir son soluciones imaginarias. La existencia está en otra parte»

Pero ¿por qué nos atrae el surrealismo? Puede ser que, tal y como nos decía Breton, actúe sobre el espíritu al modo de los estupefacientes y como ellos cree cierto estado de necesidad o que, simplemente, la realidad, en sus estructuras más elementales, sea puro surrealismo. Un mundo cuántico hecho de entrelazamientos que la razón apenas alcanza a comprender, de trayectorias y posibilidades presididas por la incertidumbre que a veces el arte es capaz de intuir.

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